Discurso casa Ma Granados

Amigas y amigos.

 

Después de agradecer a Tania Meza la invitación a pronunciar estas palabras, las inicio compartiéndoles una paradoja: Nuestra presencia aquí esta mañana es por la misma causa de muchas ausencias. 

Me explico:

La pandemia que ahora mismo asuela al planeta produjo una alteración al calendario electoral del estado de Hidalgo, de suerte tal que la elección de ayuntamientos hubo de posponerse por unos meses y en consecuencia nombrarse autoridades municipales transitorias.

No sé si esta experiencia político administrativa haya sido exitosa en los ochenta y cuatro municipios hidalguenses. Sin apresurar juicios, digo con objetividad que en el balance preliminar de Pachuca hay importantes positivos identificados con una comunidad de  vocación progresista.

Solo ese talante de congruencia con nuestras mejores tradiciones liberales marca una notable diferencia en el ejercicio del poder público, que resalta más por el ejercicio que hizo de el un consejo con significativa presencia de la sociedad civil.

Por eso estamos aquí esta mañana. Por ello también, y aquí la paradoja, muchas personas están físicamente ausentes.

Quedémonos con lo valioso: En medio de la tragedia, o por la tragedia misma, se generó un ejercicio de gobierno que  no encontró obstáculo en la brevedad y con la obligación  constitucional de respeto a los Derechos Humanos diseñó un programa que si no fue exitoso en todo lo que se propuso, deja alta la vara para el ayuntamiento electo. Y eso es bueno.

Por la apertura de este espacio que nos congrega quisiera decir muchas cosas: Quisiera hablar de su pertenencia a un barrio de gran tradición en el siglo XX pachuqueño; dedicar una remembranza a las familias que por generaciones lo han habitado, a sus escuelas, a su mercado, al monumento al siervo de la nación, a las tiendas de sus esquinas, a los consultorios de sus médicos y curanderos (el homeópata de la Vega y el señor Alvarado), a sus comederos y cantinas (La Vaquita, Los Almuerzos Cabañas y El Samps) a los personajes que dan nombre a sus calles sin ninguna lógica (nada tiene que ver Narciso Mendoza con Efrén Rebolledo,  ni el asesinado alcalde Froylan Jiménez con los héroes de Chapultepec) ; quisiera ­­­recordar sus festejos, a sus reinas, también a las tragedias que lo señalaron, y hasta características muy suyas como fueron un par de casas de estilo norteamericano sobre Carrillo Puerto y el añoso pirul que la traza urbana respetó y dejó a mitad de la calle Héroes de Churubusco para riesgo de los automovilistas.

Me entusiasma y quisiera insistir en esta ocasión acerca de la importancia y trascendencia social que tiene el funcionamiento de un sitio como este, en una comunidad donde por temporadas que luego se convierten en épocas, la ciencia, la cultura, el arte, el desarrollo intelectual, no están en la agenda pública.

Por supuesto quisiera abundar en la personalidad de Miguel Ángel Granados Chapa y su vida en esta casa, quisiera imaginarlo con ustedes niño y adolescente que fue en estas calles, de su andar camino al instituto para estudiar el bachillerato y de regreso quizá algún fin de semana, ya alumno de la Universidad Nacional, desde la Ciudad de México.

Quisiera hablar  de su Plaza Pública en periodicos y radio universidad, del consejero electoral, del fundador de Proceso y La Jornada, del Premio Nacional de Periodismo, uno de los escasos otorgados a hidalguenses, del académico de la lengua, del historiador, del candidato a gobernador, del recipiendario de la medalla Belisario Domínguez del senado.

Pero sobre todo quisiera hablarles de Granados Chapa, la figura, el personaje nacional que nunca se cortó el cordón umbilical de su tierra natal, a diferencia de otras personalidades también nacidas aquí,  que lo olvidaron tan pronto miraron otros cielos.

En fin, quisiera decir tantas cosas que sobrepasaría los límites de la invitación y el tiempo razonable de su atención. Habrá tiempo de hacerlo, no en un monólogo, si en uno o varios coloquios, aquí mismo, en torno de sus ideas, su influencia crítica, su claridad intelectual, su pluma comprometida, entre letras y periodismo.

Después de don Alfonso Cravioto, Granados Chapa fue el segundo hidalguense, ambos pachuqueños, y con muchas otras coincidencias, en ingresar a la Academia Mexicana de la Lengua.

A diferencia de Cravioto que tiene en Hidalgo monumento, calle, nombre en los muros del congreso y medalla con su nombre al mérito jurídico; Granados Chapa solo recibió, afortunadamente otorgada en vida, la medalla Pedro Ma. Anaya del congreso.  Y desde este domingo trece de diciembre el sitio que debe ser su mejor homenaje.

Transmito el mensaje de don Gonzalo Celorio, director de la academia, con motivo de esta inauguración:

La academia mexicana de la lengua celebra que las autoridades de la capital del estado de Hidalgo hayan tenido a bien destinar la casa de  nuestro muy apreciado académico hidalguense al fomento de las tareas que con excelencia desempeñó en vida nuestro admirado y querido compañero.

Hágale saber usted a la doctora Tania Meza que, con  mucho gusto, la Academia Mexicana donará una colección de sus publicaciones a la casa de periodismo y letras “Miguel Ángel Granados Chapa”.

Desde ayer la colección está aquí.

El año próximo, en marzo,  se cumplirán 80 años del nacimiento de Miguel Ángel y diez de lo que él llamo en su artículo del trece de octubre de 2011, la caída del telón. 

El día siguiente, dos antes del fin, cerró su columna en Reforma con dos líneas: Esta es la última vez en que nos encontramos con esa convicción digo adiós.

A partir de hoy estamos en posibilidad de reencontrarnos con Granados Chapa  en su propia casa, su casa materna. Hagámoslo a lo largo de 2021 para que sea un primer año que consolide la apertura de este domingo y asegure su permanencia como institución de interés público.

Si su presencia tantas veces incómoda al poder fue  notable,  ahora su ausencia es la que se resiente más. Imagino lo que escribiría mañana de los estragos mortales de la pandemia, del reparto de las vacunas, del combate a la corrupción, de la relación con  los estados unidos,  de la feria del libro, de……. de tanto que ya no vió. Pero solo puedo imaginarlo e imaginarlo para mí y  también lamentar ese faltante lúcido para el país que con sus luchas contribuyó a equilibrar.

Por eso hay que releerlo, volver a escucharlo. Sus artículos, ensayos, libros discursos, debates, entrevistas. propongo que  sea una de las responsabilidades de esta casa: Reunir esos materiales donde seguramente encontraremos la vigencia de su pensamiento.

A falta de su palabra actual, tomo del discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua lo que pudiera ser mensaje para quienes en el futuro por aquí transiten con afanes literarios y/o periodísticos:

 

Deseo con fervor que la lengua que humanizó al hombre siga siendo fermento para la convivencia, misma que se profundiza y ensancha en la medida en que con palabras nos reconocemos y reconocemos a los otros, que no son ajenos ni distantes sino parte del nos - otros